Mezquita de Tinmal

Población: Tinmal
Provincia: Al-Hauz
País: Marruecos
Coordenadas geográficas: 30.984695 / -8.228515
Nº inventario: 725


Es inevitable, en cuanto se menciona Tinmal, Tinmel o Tīnmallal, traer a colación la figura histórica del mahdī Ibn Tūmart, pues se estableció en este lugar como refugio y base para atacar a los almorávides, fundadores de Marrakech y aquí, en este lugar del Atlas, murió en el año 1130. Al citar la mezquita, de forma inmediata, surge el recuerdo del investigador alemán Christian Ewert (1935-2006) con quien conocimos el lugar en octubre de 1991, y que hasta el presente ha sido quien más y mejor ha estudiado el oratorio que se vinculó al sepulcro del mahdī Ibn Tūmart, exhumado por los benimerines. En realidad, los dibujos que aquí publicamos son una actualización de los que realizó Ewert en el verano de 1975, y que publicó nueve años después. Ahora, en septiembre de 2023, tienen más valor, pues serán los únicos disponibles y fiables para intentar una reconstrucción documentada. 

La historia moderna de Tinmal comienza con el siglo XX, pero hasta la primavera de 1923 no se realizó una investigación adecuada, con buenos dibujos y fotografías, impresos en 1932; los gráficos fueron firmados por Jean Hainaut, acuarelista y delineante francés vinculado a los arqueólogos del Protectorado, que dejó interesantes trabajos, especialmente en la zona de Marrakech. Las imágenes de aquellos años nos muestran un edificio que había cambiado bastante, no en sus volúmenes ni sus espacios, pues, como ahora, estaba prácticamente en alberca, pero si en algunas formas menores y en su epidermis, pues vemos que su exterior estaba muy descarnado, lo mismo que una parte del interior, algunos de cuyos pilares actuales debían estar ocultos bajo montones de escombros pues faltan en el dibujo de Hainaut todos los de la arquería septentrional del patio; por lo tanto muchos de sus arcos habían perdido sus roscas y albanegas.

En la publicación fundamental de Ewert y Wisshak las fotografías, tomadas entre 1963 y 1975, nos muestran el interior relativamente limpio, las cepas de los pilares del patio visibles, casi todas las viejas hojas de las puertas repuestas en sus lugares, y se ve que habían realizado algunas obras en el interior, además muchos paramentos del exterior quedaron ocultos por un revoco nuevo; así es como lo dibujó el investigador, definiendo el prototipo de la arquitectura religiosa almohade, con fórmulas espaciales, constructivas y decorativas que, según la opinión general, heredaron las aljamas más antiguas, concretamente las de la Kutubīya y Sevilla, que son, en cierta manera y en apariencia, como la multiplicación y redimensionado del esquema tinmalí, que, a su vez, tal vez se inspirara en la muy arcaica mezquita llamada Ŷamaʿ al-Atiq, de Rabat, edificio que aún muestra soluciones almorávides ante el muro de la qibla. Todo ello nos hace pensar que el proceso de formación de la arquitectura almohade debió ser bastante complejo, desempeñando Tinmal un papel central.

Al comienzo de los años noventa del siglo pasado se realizó una restauración extensa del monumento reconstruyendo los arcos que estaban hundidos en la sala de oración y completando la cubrición de la nave inmediata al muro de la qibla, en la que solo los espacios de las bóvedas de mocárabes central y oriental estaban tejados. El resto del edificio se dejó en alberca, sin tejados y sin reconstruir los pilares ni los arcos del patio. En el año 2022 se inició una nueva fase de restauración que ha concluido inopinadamente con el terremoto acaecido en la noche del 8 de septiembre de 2023 y que ha provocado el colapso casi total del monumento, sin que en el momento en que se redacta este texto pueda aún vislumbrarse el verdadero alcance de la ruina, que en todo caso parece de enorme trascendencia y gravedad. La descripción que sigue se basa, por lo tanto, en la información disponible anterior al siniestro, pues las obras mencionadas desaconsejaron nuestra visita en mayo de este mismo año, cuando ampliamos y actualizamos los datos de la ciudad de Marrakech para este proyecto de investigación.

Se han publicado dos propuestas de fechas para este edifico que tal vez no sean contradictorias, pues Khiara y Leonetti sostienen, gracias a una noticia de Ibn al-Qattan, que la construcción de la mezquita estaba decidida antes del 4 de agosto de 1148, mientras que para Basset y Terrasse, a quienes siguen Ewert y Wisshak, la fecha de su construcción es el año 1153-4, pues se apoyan en una traducción de Huici Miranda del Rawd al-Qirtas de  Ibn Abi Zar según la cual «El año 548 volvió Abd al-Mumin a Marrakus, después de tomar Bugía [...] Después de matarlo [a un pariente de al-Mahdi, que fue crucificado en Marrakech] se fue a Tinmal, para visitar el sepulcro de al-Mahdi; distribuyó entre sus habitantes grandes sumas e hizo construir y ensanchar la mezquita; de alli se fue a Salé, donde pasó el resto del año 548». Como en tantos casos la ambigua traducción del texto árabe al castellano actual deja más dudas que certezas, pues “construir” y “ensanchar” no son sinónimos. En nuestra opinión ese entorno cronológico, de 1148 a 1164, se pueda aplicar a la obra sin la decoración, como antes hemos indicado. Un dato a tener en cuenta es que Ocaña Jiménez en el libro de Ewert y Wisshak de 1984, al estudiar los rótulos integrados en la decoración, sólo pudo acreditar un paralelo coetáneo para su traza epigráfica, datado en el año 1161, atestiguado en una lápida funeraria de Badajoz, mencionando además la continuidad de su caligrafía en el Alcázar de Sevilla de tiempos de Alfonso XI. Lo cierto es el continuo uso funerario y dinástico de la mezquita desde entonces y durante toda la etapa almohade, como ha publicado Calvo Capilla.

La población de Tinmal se encuentra situada en el corazón del Alto Atlas, en el valle del torrencial wadi Nafiss, a unos 75 Km al sur de Marrakech, muy cerca del epicentro del terremoto. Asentada sobre la vertiente septentrional del valle, queda la población muy por encima del terreno inundable y los cultivos, aprovechando las primeras pendientes, aún suaves, de las estribaciones de la imponente orografía de la zona. Sobre una plataforma algo más plana que el resto, aislada, se levantó esta mezquita que constituye uno de los referentes más importantes de la arquitectura almohade, por su regularidad y unidad, por su decoración y su historia.

El cuerpo principal del edificio queda inscrito en planta dentro de un rectángulo, cercano al cuadrado, con una anchura de 47,50 m en su lado sur (46,40 en el de norte) y 43,40 m de longitud de norte a sur, formado por un grueso muro de tapia de tierra de entre 1,20 y 1,30 m de espesor en todo su perímetro salvo en el lado sur o de la qibla que tiene 1,57 m. Este muro, con una altura media de casi 10 m, está coronado por almenas rematadas con albardillas piramidales. De sus paramentos totalmente lisos sobresalen los cuerpos, construidos en ladrillo, de las siete puertas que dan acceso a su interior, tres en cada uno de los laterales y una axial en el norte, además de la torre adosada en el lado sur, construida con ladrillo con rellenos de mampostería de piedra, donde se cobija el mihrab y que pudo hacer también las veces de alminar, que sería el único en una comarca donde, hasta hace bien poco, no había ni uno, ni antiguo ni moderno.

Los cuerpos prominentes en que se sitúan las siete puertas permiten disponerlas con dobles arcos entre cuyas jambas quedan alojadas las hojas de carpintería con que se cierran estos accesos, en organización espacial típica de la arquitectura islámica occidental. En este oratorio observamos que, como en la aljama de Sevilla, esta disposición no invade el interior, al igual que en el muro de levante de la fase vieja de la Kutubiyya y el de poniente de la nueva, mientras en el muro de levante de la segunda fase los cuerpos de puertas sobresalen también por dentro Este dato sugiere un cierto carácter experimental en la aljama de Marrakech y su posterior cristalización en las formas de Tinmal y Sevilla. El espacio entre los arcos se cubre en Tinmal con sencillas bóvedas de cañón con directriz en la misma dirección que estos, todo ello realizado en fábrica de ladrillo; el volumen de cada puerta queda cubierto con tejadillos a un agua y presentan sencillas pilastras en sus esquinas. Los arcos de paso son de herradura apuntada con alfiz rehundido. Las seis puertas laterales son de parecidas dimensiones: 2,10 m de luz del arco y 5,05 m de frente del cuerpo de la puerta y 1.45 m de saliente respecto al muro perimetral del edificio.

El interior del oratorio responde al modelo característico de las mezquitas almohades, siendo este seguramente el arquetipo o al menos la formulación más acabada, pues, dada su corta etapa de uso, no ha perdido su carácter genuino, que describimos a continuación. La mezquita se subdivide en dos zonas, una de mayor tamaño destinada a la sala de oración y otra menor ocupada por el patio y sus pórticos, formando ambas un conjunto espacial y compositivo unitario. Dos arquerías principales destacan en dirección transversal, este-oeste, una delimita la nave que corre adosada al muro sur o de la qibla, y la otra separa la sala de oración del patio; estos pórticos, especialmente el primero, reciben un tratamiento decorativo especial. El resto de la sala está compuesto por naves dispuestas en dirección perpendicular al muro de la qibla, que en este caso son nueve, separadas por pórticos de cuatro vanos cada uno. La nave axial es algo más ancha que el resto, con 5,60 m frente a 3,90 de las naves contiguas. Las naves extremas son también algo mayores, con 4,90 m de luz. La nave junto al muro de la qibla tiene 4,85 m de anchura. Las dos naves extremas de cada lado se prolongan más allá de la arquería que separa la sala del patio dando lugar a los pórticos laterales de éste. Otro pórtico simple cierra el patio por el norte, confiriéndole unidad. Las arquerías están soportadas por pilares, en su mayoría de planta rectangular de 0,93 x 0,75 m, aunque existen otros en forma de T en las uniones entre naves perpendiculares y también algunos con forma de cruz. Como en la mezquita aljama de Sevilla, las bajantes del agua llovediza quedaron ocultas en el interior de la fábrica de los pilares del patio tinmalí, al contrario que en los espacios descubiertos y exteriores de la de Marrakech, donde quedan aparentes y abiertos al exterior.

Esta disposición general del espacio del oratorio se ha venido llamando en “T “por la mayor anchura que poseen la nave axial y la de la qibla, ambas con direcciones ortogonales, disposición que se complica en algunas mezquitas para dar la forma de E, al ser más anchas las naves extremas, subtipo que no siempre resulta evidente. La mezquita de Tinmal, con nueve naves de cuatro vanos puede considerarse un modelo intermedio entre el caso más simple representado por la mezquita de la Qasba de Rabat, que solo tiene siete naves y arquerías de dos vanos, y la mezquita Kutubiyya de Marrakech que resulta más evolucionada en formas y tamaño, con 17 naves con arquerías de seis vanos. A diferencia de la de Rabat, que solo enfatiza un ámbito de la zona donde confluyen la nave axial y la de la qibla, en Tinmal son tres los espacios cubiertos con cúpulas de mocárabes en la misma zona central, además de las de los dos extremos de la nave de la qibla. En la Kutubiyya las cúpulas son cinco, jalonando la nave transversal, según una fórmula canónica que se repitió en la mezquita de Salé y probablemente en la mezquita sevillana.

La mayoría de los arcos son de herradura apuntada y lisos, en algún caso con cuatro centros de curvatura, como los que forman la fachada de la sala hacia el patio. Son de lambrequines todos los que bordean los espacios cubiertos con cúpulas de mocárabes y los dos extremos de la arquería entre la sala y el patio. En estos casos los arcos son dobles y de escaso grosor, para dejar sitio a una calle intermedia con decoración de katf wa-dārŷ tallada en yeso. En la arquería que conforma la nave de la qibla, además de los dos extremos y el central, que son de lambrequines, los restantes son lobulados, de 15 lóbulos sencillos cuatro de ellos y de 13 lóbulos triples los demás. Todos los arcos arrancan de una nacela en la que apoya una forma característica del arte almohade formada por un perfil convexo que remata en otro cóncavo derivado del remate vegetal de la hoja de palma. Todos los arcos de la sala de oración apoyan sobre semicolumnas adosadas a los pilares con capiteles de yeso tallado de variadas formas, de los que solo algunos son antiguos.

Llama la atención la rigurosa simetría axial de la totalidad del edificio, que también documentamos en las fases más antiguas de la Kutubīya y Sevilla, y en los planteamientos inconclusos de la mezquita de la alcazaba de Marrakech y de la nueva aljama de Rabat. El problema es que, como en las citadas mezquitas urbanas, quizás la decoración no siguió inmediatamente a la construcción, aunque en este caso no se adviertan tantas fases decorativas como en las mezquitas de los viernes de las dos capitales. Las cubiertas, hoy en su mayor parte desaparecidas, debieron ser a dos aguas en su mayoría con armaduras de par y nudillo con tirantes, si las consideramos similares a las de la mezquita Kutubiyya. Aceptando este modelo, las de la nave de la qibla serían a cuatro aguas; así se reconstruyeron las que cubren los dos lados de la nave de la qibla. Las que se conservan, quizás originales, sobre las bóvedas de mocárabes y que serían invisibles desde el interior de la mezquita, son de artesa de limabordón con almizate.

El mihrab se abre en el centro del muro de la qibla y está compuesto por un nicho profundo de planta cuadrada con dos ángulos achaflanados en la parte inferior y octogonal más arriba y que se cubre con una cupulita de mocárabes. Un arco soportado por cuatro semicolumnas de yeso con capiteles de fina labra del mismo material constituye el acceso al nicho presentando en su frente exterior un bello y a la vez austero acompañamiento ornamental. El arco es de herradura apuntada, apoyado en sendas nacelas lisas en el frente que sirven de transición entre los capiteles y la línea de impostas. El arco está trasdosado por otro de perfil aún más apuntado compuesto por finos lóbulos que en sus uniones adoptan la forma de ápices vegetales. Y que en las impostas arrancan con la típica forma de doble voluta tan característica del arte almohade que a veces muestra su origen o explicación: un ibis picoteando una serpiente. Todo ello queda enmarcado por un alfiz moldurado que delimita albanegas en cuyo centro se disponen rosetones que terminan en formas vegetales derivadas de la hoja de palma. Una banda con decoración geométrica de lazos enmarca todo el conjunto del nicho y sirve de asiento a un friso de siete arcos ciegos, tres de medio punto y cuatro más estrechos conformados por hojas vegetales. Otro friso de decoración geométrica y que se extiende por los cuatro lados de este espacio inmediato al mihrab servía de apoyo a la bóveda de mocárabes de la que sólo quedan sus arranques. Como ya se ha indicado, los tres lados abiertos de este espacio inmediato al mihrab cuentan con dobles arcos de lambrequines entre los que corre una banda con decoración de katf wa-dārŷ. Bajo los arranques de los dos que apoyan en el muro de la qibla se abren dos arcos de paso, flanqueando el el central.    

Lo más extraño del edificio es su cabecera por el exterior, ya que por la parte interior muestra la organización canónica, tripartita y simétrica que hemos anunciado: el arco para el acceso de la autoridad al este, el del miḥrāb en el centro y la puerta del púlpito rodante en el oeste. Tales elementos tradicionales quedaron englobados por un gran prisma exterior de organización casi simétrica, más extenso de lo necesario para cobijar los elementos interiores, y algo achatado, pues apenas sobresale de los tejados adyacentes y que el seísmo ha partido en diagonal, derribando la parte oeste; alojaba una escalera dextrógira, con sólo dos tramos largos y uno corto, gracias a la cual se accedía a una cámara situada sobre el miḥrāb, con escasas ventanas, así como a la azotea general del prisma; por el exterior, mirando al sur, había tres arcos ciegos muy parecidos a los inferiores de la cara de levante del alminar de la Kutubīya; quizás por este detalle y por la escalera se ha identificado este raro prisma con el alminar, al que el almuédano subiría girando al contrario que en todos los demás casos que conocemos en Al-Andalus y Al-Magrib al-Aqṣā. Era un tema para investigar, como, en general, estaba pendiente la lectura de paramentos del edificio, que era como un ente de razón en lo más enriscado de un paisaje tan agreste como arcaico. 

 

Antonio Almagro y Alfonso Jiménez


Bibliografía:
  • Basset, Henri y Henri Terrasse (1932). Sanctuaires et forteresses almohades. Collection Hespéris, V. Paris, Larose Éditeur.
  • Calvo Capilla, Susana (2017). Peregrinación y ceremonial en las mezquitas almohades: el caso de la mezquita de Tinmal. Alfonso VIII y Leonor de Inglaterra: confluencias artísticas en el entorno de 1200. Madrid, Ediciones Complutenses: 589-629.
  • Calvo Capilla, Susana (2019). Reflexiones en torno a los alminares almohades: la Mezquita de Tinmal y la Giralda de Sevilla. Al-Muwahhidün: el despertar del califato almohade. Sevilla, Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico, 138-155.
  • Ewert, Christian (1992). La herencia artística de la España islámica en el norte de África Al-Andalus. Las artes islámicas en España. Madrid, The Metropolitan Museum of Art y Ediciones El Viso: 84-95.
  • Ewert, Christian (1986). The Mosque of Tinmal (Morocco) and Some New Aspects of Islamic Architectural Typology. Proceedings of the British Academy (72): 115-148.
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  • Huici Miranda, Ambrosio (1964). Ibn Abi Zar: Rawd al-Qirtas. 1, Valencia, Nácher.
  • Khiara, Youssef y Bulle Tuil Leonetti (2014). Tinmal et la construction de la légitimité mu'minide, Maroc mediéval. Un empire de l'Afrique à l'Espagne. Paris, Hazan Louvre éditions: 281-4.