Alcázar de Sevilla - Cuarto del Yeso

Población: Sevilla
Provincia: Sevilla
País: España
Coordenadas geográficas: 37.384275 / -5.991536
Nº inventario: D303


El conocido en época medieval como Cuarto del Yeso o de los Yesos, está situado al norte del patio del Crucero. Se trata sin duda de una vivienda secundaria del Alcázar, si bien de cierta categoría a juzgar por su esmerada decoración. Aunque el edificio sufrió bastantes transformaciones que prácticamente borraron las huellas de su primitiva estructura, fue redescubierto a finales del siglo XIX por Francisco María Tubino y restaurado por el Marqués de la Vega Inclán y José Gómez Millán primero y por Rafael Manzano después. El patio tiene la particularidad de estar dispuesto de manera anómala, ya que los pórticos y las salas inmediatas no ocupan lo lados cortos del mismo sino los largos, dando la impresión de que se hubiera producido una compresión en la dirección del eje norte-sur. La causa más probable de esto sería la falta de espacio por la existencia de dos edificios anteriores, el mencionado patio del Crucero y el correspondiente a la casa nº 7 del Patio de Banderas o Cuarto del Alcaide, cuya construcción parece remontarse al final de la época abbadí o al periodo almorávide. El patio contó originalmente con dos pórticos, de los que sólo subsiste el meridional, y una alberca con forma de ría transversal que casi llagaba de un lado al otro y que quizás contó con un puente central para conectar ambos pórticos. En algún momento posterior, seguramente en la primera mitad del siglo XIV, el patio se remodeló incluyendo en su lado occidental una qubba o sala cuadrada cubierta con armadura de madera. También se modificó la alberca ensanchándola a la vez que se acortaba al disponer dos bóvedas que cubren sus extremos. De este modo se enfatizó el nuevo eje transversal que se creaba al construir la nueva sala, protagonista a partir de ese momento de este conjunto. No hay ninguna razón que permita suponer la existencia de una qubba anterior, de época almohade o incluso abbadí, como se ha llegado a proponer.

Lo más sobresaliente de este edificio es su pórtico meridional, el único conservado, formado por un arco central de mayor luz y triples vanos a ambos lados apeados sobre columnas y prolongados en tramas de sebka calada. El paralelo más cercano de esta disposición lo encontramos en el cercano alminar de la aljama almohade, actual torre de la Giralda, en donde la composición tripartita con vano central acompañado a los lados por paños de sebka arrancando de arcos menores está presente en sus cuatro alzados. Esta obra del alminar realizada por el alarife Ali al-Gumari, a quien podría atribuirse también este patio, pudo haberse inspirado, según Rafael Manzano, en los pórticos interiores de la Dar al-Ŷund de Madinat al-Zahra’, que a su vez pudieron copiar disposiciones parecidas ya presentes en oriente en época de los califas omeyas. En todo caso, la creación de este modelo compositivo en la Giralda y su adaptación a un pórtico de patio doméstico como el del yeso, definió el arquetipo de los pórticos andalusíes de los siglos posteriores.

El arco central es del tipo mixtilíneo formado por hojas estilizadas y arcos de círculo y sus albanegas están rellenas con una trama de sebka de escaso relieve, que le da aspecto de cortinaje. Los arcos laterales y la sebka calada que se desarrolla a partir de ellos están formados por hojas de palma enlazadas generando los típicos hoyuelos en los puntos en que se enrollan las hojas menores, produciendo un efecto de grácil elegancia en toda la composición.

De las dos salas con que contaba esta residencia, sólo se ha podido recuperar la del lado sur, aunque subsisten restos importantes de la septentrional dentro de las viviendas inmediatas, como puede verse a través de la lectura de la planimetría. Los planos históricos nos muestran que incluso el salón septentrional se conservó prácticamente entero hasta comienzos del siglo XX. Sí puede verse dentro del patio el vano tripartito, de gusto muy cercano al arte del califato de Córdoba, que comunicaba el salón con el pórtico. Tres arcos de herradura con dovelas alternas de distinto relieve apoyan en dos columnas que dividen el vano. Otros arcos superpuestos a los anteriores permitían iluminar el salón cuando las puertas, colocadas en la cara externa, estaban cerradas. De ellas aún se conservan las gorroneras superiores.

Al salón meridional se accede por un vano de doble arco de aspecto menos arcaizante que el frontero, pues presenta ornamentación de palmas. La sala y las alcobas se cubrían con techo de madera del que pudieron recuperarse algunos elementos, singularmente algún canecillo en que apeaban las vigas. El acceso a las alcobas se hace igualmente a través de argos geminados con parteluz central constituido por una columna.

El jardín de época islámica que albergó este patio debió ser muy sencillo, estando dominada su composición por la alberca que ocupa la mayor parte del espacio disponible. Un arriate, quizás dividido en dos partes, se dispondría en el lado meridional, sin que podamos conocer más detalles.

Antonio Almagro


Bibliografía:
  • Almagro Gorbea, Antonio, "Los jardines andalusíes y mudéjares del Alcázar de Sevilla", Marín Fidalgo, Ana y Plaza, Carlos (Eds.) Los jardines del Real Alcázar de Sevilla. Historia y Arquitectura desde el Medievo islámico al siglo XX, Sevilla 2015, 1-39.
  • Manzano Martos, Rafael, "Casas y Palacios en la Sevilla Almohade. Sus precedentes hispánicos", Navarro, J. (Ed) Casas y palacios de al-Andalus. Siglos XII-XIII, Barcelona 1995, 315-352.
  • Manzano Martos, Rafael, "El Alcázar de Sevilla: Los Palacios Almohades", Valor, M.(Coor), El último siglo de la Sevilla islámica, Sevilla 1995, 101-124.
  • Manzano Martos, Rafael, "Los palacios", Valor, M. Tahiri, A. (Coor), Sevilla almohade, Sevilla-Rabat 1999, 63.75.
  • Tabales Rodriguez, Miguel Angel, "Investigaciones arqueológicas en el Alcázar de Sevilla. Notas sobre evolución constructiva y espacial", Apuntes del Alcázar de Sevilla, 1 (2000), 12-45.
  • Tubino, F. M. (1886), El Alcázar de Sevilla, Sevilla, (reedición Sevilla 1999).