Altamira

Población: Segura de la Sierra
Provincia: Jaén
País: España
Coordenadas geográficas: 38.253848 / -2.741356
Tipología: arquitectura militar
Nº inventario: 377H


El asentamiento de Altamira se localiza en el extremo Suroccidental del valle formado por los ríos Hornos y Trujala en la Sierra de Segura. El emplazamiento de Altamira se sitúa en la vertiente Este de las estribaciones de las Cumbres de Beas. La ubicación de Altamira es casi simétrica a la del asentamiento de Gutamarta, respecto al río Hornos, que pasa a 1711 m al Este. Altamira se ubica en una pequeña meseta y desde su posición se conectan visualmente los dos hitos defensivos más importantes de la comarca: la fortaleza de Segura de la Sierra y el castillo de Hornos, ya que entre ambos no hay visibilidad, al interponerse la cima más alta de la comarca que es la montaña de El Yelmo (1808 m s.n.m.).

Este establecimiento forma parte de un articulado sistema de estructuras hispano-musulmanas, construidas durante el siglo XII, de las que aún se conservan más de cuarenta vestigios en el valle de los ríos Trujala, Hornos y Guadalimar. Un conjunto patrimonial que dibuja un excepcional paisaje antropizado en el interior de la Sierra de Segura, al Noreste de la provincia de Jaén. Se trata de un territorio que perteneció al ʿamal Šaqūra, antigua amelía o distrito andalusí perteneciente a la cora de Jaén y cuyo ámbito de influencia fueron las cuencas altas de los ríos Segura, Guadalimar y Guadalquivir. Este territorio serrano fue ocupado por los almorávides en el año 483/1091 y, posteriormente, por los almohades en el año 564/1169.

Desde Altamira se controla una superficie de terreno cercano con un área de unas 415 hectáreas. Unas tierras que tienen una topografía relativamente llana, poca escorrentía y son fácilmente irrigables. La pauta común en los asentamientos ubicados en la parte baja del valle y con una altitud media de 700 m.s.n.m., es que se sitúan siempre en ladera o en pequeñas mesetas, nunca en lo alto de un cerro o monte. Su altitud relativa es baja pero suficiente como para estar libres de inundaciones, protegidos de vientos y con capacidad para controlar desde su posición un área cercana de influencia, con una topografía suave y cuya superficie varía entre las 190 y 415 hectáreas en este valle. La tierra disponible para cultivar y la capacidad de irrigación son las principales variables que determinan la instalación de estos asentamientos, estrechamente relacionados con la red fluvial, los acuíferos y los caminos.

Ese patrón aparece en este valle serrano, además, en los asentamientos de Altamira y Gutamarta (Segura de la Sierra), La Torre (Orcera), Bujaraiza (Hornos), El Cardete y Fuente de la Torre (Benatae). Se ha podido comprobar que la pauta se repite también en sitios donde hay documentadas torres desaparecidas, como en el caso de Catena, y en lugares que se han transformado en núcleos urbanos como sucede con las villas de Torres de Albánchez, Orcera o Benatae. Es posible que este tipo de asentamientos fueran poblamientos rurales habitacionales y/o productivos (alquerías o aldeas). Las torres que en ellos se conservan cumplirían múltiples funciones, no solo militares o defensivas, sino también agropecuarias, productivas o de almacenaje, además de ser un eficaz sistema de comunicación que triangula el territorio, ya que la altura de las torres evita ángulos ciegos o puntos muertos ocasionados por la topografía, los árboles o por las propias casas del poblamiento.

En Altamira, todavía se conservan los restos de una imponente torre rectangular de 8,80 x 6,45 m, que está rodeada por edificaciones y casas todavía habitadas con usos de segunda residencia o turismo rural. La altura conservada de la torre alcanza aproximadamente los 9 m. Tiene una forma tronco-piramidal, con la cara Oeste aplomada y las otras tres inclinadas, lo que indica un replanteo previo y una intencionada colocación volcada de los tapiales exteriores conforme se van poniendo en altura para conseguir la inclinación deseada. La estructura está construida en fábrica de tapia con hormigón de cal, con un espesor medio en la zona baja de 1,30 m. La torre es maciza por debajo del nivel de acceso, de forma similar a lo que ocurre en la torre de El Cardete. A partir de la cota de ingreso, la torre conserva dos plantas interiores superpuestas, que debieron estar separadas entre sí por un forjado de madera, hoy desaparecido. En el segundo nivel de la cara Este, se aprecian tres saeteras.

Como ocurre en El Cardete (Benatae) y Bujaraiza (Hornos), es posible que a esta torre se le adosara también un recinto amurallado del que, actualmente, no se distinguen señales visibles al estar su entorno completamente colmatado por el caserío. Los restos de esta torre están mal conservados, aunque no han llegado al extremo de ruina en los que se encuentra el vecino asentamiento de Gutamarta. Paradójicamente, el uso contemporáneo del caserío que rodea a la torre ha servido para conservarla y preservarla de la ruina.

El conocimiento adquirido sobre este asentamiento y los restos que aún se conservan ha sido posible gracias a los trabajos llevados a cabo en el #ProyectoSegura (HAR2014-53866-R), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad. Una investigación que ha permitido extraer datos inéditos de quince asentamientos rurales hispano-musulmanes con restos de torres, castillos o infraestructuras hidráulicas y obtener resultados relativos a su cronología, tipología, morfología, sistemas constructivos o implantación en el territorio.

Santiago Quesada-García (Universidad de Sevilla)


Bibliografía:
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  • Quesada-García, S., El sistema de torres musulmanas de la Sierra de Segura. Una contribución al paisaje y el patrimonio rural de al-Andalus. #ProyectoSegura, Sevilla 2019.
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  • Quesada-García, S., García-Pulido, L. J., “El sistema de torres de origen medieval en el valle de Segura de la Sierra. La construcción de un paisaje”, Boletín del Instituto de Estudios Giennenses 212, (2015), 99-165.
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