Es de suponer que, dentro de poco tiempo, los visitantes interesados en el patrimonio medieval de Sevilla podrán acercarse al tramo del recinto amurallado de Sevilla que se analiza someramente en esta página, pues ahora lo único que pueden hacer es entreverla por las rejas de las Reales Atarazanas que se acaban de abrir en la calle Dos de Mayo
Lo que ahora contemplan es una sucesión de arcos que van de lado a lado, formando seis alineaciones paralelas; a la izquierda, hacia el lado este, se mezclan de manera bastante complicada con lo que subsiste de la muralla islámica, al fondo se adivina el costado norte de la iglesia y hospital de la Caridad y a la derecha, hacia el Guadalquivir y poniente, las estructuras del arsenal se mezclan con las aportaciones arquitectónicas de los siglos XVIII y XIX, levantadas delante y encima de la que fue la fachada de los astilleros que se abría al Arenal del río.
Si tenemos en cuenta que las obras del magno arsenal empezaron en el año 1252, se comprenderá que supusieron la anulación de la muralla como recurso defensivo, pues no solo pasaron sus arquerías por encima de la barbacana para invadir la liza, sino que estribaron directamente sobre los lienzos de la muralla a lo largo de casi ciento noventa metros: cualquiera que accediese a las cubiertas de los astilleros podía llegar a las almenas caminando por los canales que separan las naves y ello sin contar con que el incendio de las cubiertas también podía anular su función primigenia.
Como ya hemos indicado, en 1992 se hicieron los primeros sondeos arqueológicos dentro del arsenal que, además de descubrir las evidencias estratigráficas de la muralla en el extremo septentrional, la dataron como producto de la etapa almorávide, considerando el antemuro como obra del imperio almohade.
Las dos torres que flanquean la puerta urbana adyacente, que nunca quedó incluida en las atarazanas, han sido someramente descritas en otro apartado de ATARAL correspondiente a “Postigo del Aceite”. Es muy probable que al agregar o reformar en época de los Reyes Católicos la primera nave del costado norte de las Atarazanas, la de la Pescadería, que hoy es la que permite ver el interior por la calle Dos de Mayo, la torre meridional quedara como la vemos en la actualidad, y la barbacana de la puerta, que poseía su propia puerta y una especie de albarrana, desaparecieran de la escena pública, hasta que en 1992 se hicieron los trabajos de arqueología dentro del arsenal que permitieron identificarlos. La excavación documentó la barbacana delante del bastión del lado sur, consistiendo aquella en un muro paralelo a los paramentos de las torres de la puerta, dejando un espacio libre de 6,40 m de anchura por el que era obligatorio pasar, antemuro de 1,50 m de espesor que quedó a 2,38 m del paramento sur de la torre citada; llevaba en su extremo meridional una torrecita de 5,15 m (cara de poniente) por 5,09 m (cara meridional), con lo que se convirtió el acceso primitivo, directo y frontal entre dos torres, en una entrada en recodo, formando la albarrana indicada, completamente independiente del muro general de la medina.
El conjunto militar que ha quedado en el interior de los astilleros empezados por Alfonso X el Sabio en 1252 lo formaban cuatro torres, incluida la ya citada, que se repartían de manera bastante uniforme los 189 m que tiene este tramo de longitud; es muy probable que del antemuro solo se conserve lo que hay dentro de las atarazanas, pero del muro propiamente dicho si es probable que se conserven otros trozos, como el que apareció en 2016 en una investigación arqueológica preventiva en el número 28 de la calle Tomás de Ibarra, la vía que en el siglo XIV se llamaba «Vitoria» y posteriormente «de los Cuernos»; el edificio, una vivienda, había pertenecido al hospital de la Santa Caridad, establecido en el XVII en las naves números 8 a 12 de las Atarazanas; al estar muy expuesto el establecimiento benéfico a las avenidas del río, necesitó una salida intramuros para evacuación de los enfermos en caso de arriadas, puerta de emergencia identificada mediante un azulejo que aún se conserva en la citada calle; en el lado opuesto de la casa, al oeste, como medianera con el hospital de la Caridad actual, se localizó un pequeño sector del muro, que seguramente tendría cerca una torre; la memoria de la intervención consigna esta muralla de tapia en época almorávide. Este pequeño sector del muro es el último que se conserva en este tramo, aunque las fotografías antiguas nos muestran que estaba casi completo, a juzgar por el aspecto que tenía antes de que, a costa de la muralla, se ampliase la plaza de la Aduana para formar la actual, denominada Ministro Indalecio Prieto, en cuyas casas del lado norte estaría la última torre de este tramo.
A partir de 1577 se empezó a horadar la muralla, cuando se inició la obra que, bajo proyecto del arquitecto granadino Asensio de Maeda, instaló la Aduana general de las Indias en lo que hoy es el extremo norte de la plaza, en las naves 13, 14 y 15 de las Atarazanas, pues la institución fiscal tuvo una puerta al rio y otra a levante, practicada en el muro, saliendo a la calle citada.
Hacia el sur, el tramo acabó formando, en las naves 16 y 17, otra fachada abierta a la ciudad, pues se dedicaron a la «Reales Atarazanas del empaque de azogue de la ciudad de Sevilla» que mantuvo la muralla hasta el siglo XX; las rupturas están atestiguadas por la documentación de 1575, que menciona la puerta de las Carretas y la puerta de Hierro, adyacente a la plazuela del postigo del Carbón, origen del siguiente tramo.
Alfonso Jiménez