Bab al-Kebir

Puerta de la Qasba de Rabat

Población: Rabat
Provincia: Rabat
País: Marruecos
Coordenadas geográficas: 34.030912 / -6.836625
Tipología: arquitectura militar
Nº inventario: B721


La gran puerta que daba acceso de la qasba almohade de Rabat[1] es, junto a la Bab al-Ruwah del recinto general de la ciudad y la Bab Aknaw de la qasba de Marrakech, una de las tres grandes y emblemáticas obras de la arquitectura militar almohade que resaltan por su grandiosidad y su simbolismo. No son solo puertas militares, se pueden considerar verdaderos arcos de triunfo e instrumentos de propaganda, tanto por su imagen como por los elementos ornamentales y epigráficos que incorporan. Probablemente sea esta de la qasba de Rabat la que se conserve en mejores condiciones respecto a su estado original y la que tiene un programa decorativo más completo y sobresaliente.

Como todas las otras puertas construidas en el recinto amurallado de la ciudad de Rabat, esta de la qasba se aloja dentro de una construcción compacta que posee una estructura interna compleja y está dotada de puertas en los dos frentes, tanto el exterior que daba en este caso a la ciudad como el que da al interior de la qasba, lo que le permitía convertirse en un bastión o fortaleza con capacidad de resistir incluso a ataques provenientes del interior del recinto. El edificio se adosa por el exterior a la muralla y se inscribe en un rectángulo de 38,60 m en el frente más largo en línea con aquella, por 16,17 m de saliente. Su estructura interna y el sistema de acceso a través de ella son más sencillos que en el resto de las otras puertas pues se sigue un recorrido de simple recodo, aunque el frente de la puerta, a diferencia de lo que ocurre en todas las demás no mira en la misma dirección que el frente de la muralla, sino que se accede al bastión por uno de sus laterales perpendicular al lienzo de esta. Esta situación de la puerta en un lateral del bastión, no impide que presente frente a una de las calles más importante de la medina, la calle de los Cónsules, principal arteria comercial que desemboca en una gran explanada que separa la qasba de la medina, conocida como plaza al-Ghazal, hoy surcada por una vía de tráfico rodado pero que en origen permitía grandes concentraciones de personas y animales. Sin embargo, no resulta claro que el acceso fuera tan directo pues en las excavaciones realizadas al noroeste del bastión, además de otros restos que se han identificado como parte del ribat almorávide que precedió a la fundación del Abd al-Mumin, ha quedado en evidencia la existencia de un foso que circundaba el bastión al menos por ese lado, a unos 24 m del mismo. No sabemos si este foso rodeaba el bastión también por su lado sureste, en cuyo caso, y dado que en la excavación han aparecido lo que parecen las pilas de un puente para atravesar el foso, es posible que el recorrido exterior de acceso hasta la puerta obligara a aproximarse desde el suroeste, teniendo luego que bordear el bastión y entrar desde el sureste. Que el foso estaba abierto en época almohade parece evidente ya que junto a las pilas del puente ya mencionadas hay un arco que permitía al acueducto salvar el foso para poco después introducirse dentro del bastión a través de un orificio claramente dispuesto en el momento de su construcción, lo que permite aseverar la contemporaneidad del acueducto, el foso y el bastión de la puerta.

Esta construcción está realizada con la piedra local, una arenisca calcarenita presente en toda la costa atlántica de Marruecos, salvo las bóvedas que, según describe Jacques Caillé, son de ladrillo, aunque hoy aparecen enlucidas como todo el resto de la fábrica que no es de cantería. En las dos portadas del bastión y en los arcos interiores se han usado sillares muy bien labrados y aparejados que confieren al conjunto un aspecto de esmerada construcción. Las dos torrecillas u orejones que flanquean el acceso exterior están construidas con hiladas alternas de sillares de mayor y menor altura, un tipo de aparejo que está presente en muchas construcciones locales atribuidas al periodo almohade. El resto de los muros del bastión son de mampostería irregular. 

El frente en que se abre la puerta exterior está flanqueado por dos pequeños salientes a modo de torrecitas de 2,52 m de frente y 2,35 m de saliente. Entre ellas queda un paño de 11,12 m con dos sucesivos retalles. El primero se produce en los extremos a causa de sendas pilastras dispuestas en los ángulos entre el frente y las torres, y que suben hasta el remate de la construcción contando en su parte superior con unas columnas adosadas soportadas por ménsulas. Estas columnas poseen basas áticas de escocia muy desarrollada y capiteles formados por una corona de ondas, recuerdo de las hojas de acanto estilizadas que son claro precedente de los capiteles nazaríes y meriníes, y un cuerpo superior prismático con decoración de volutas vegetales y hojas de palma, también precursores de los antes mencionados. Las columnas se rematan con la misma cornisa en forma de caveto que corre por toda la portada y en la que se apoya otra ménsula ricamente decorada con forma de dobles nacelas cuyos laterales están formados por volutas de génesis vegetal. Las ménsulas rematan con otra cornisa en nacela también común a toda la portada.

El segundo retalle se producen en la base de una arquivolta que bordea el arco de la puerta, formada por la típica superposición de arquillos más grandes enlazados con otros menores que generan un perfil alternado de lóbulos circulares mayores y otros apuntados de menor anchura. Los frentes de estos arquillos están formados por cintas que se entrecruzan y se prolongan en una composición de sebka mixtilínea de desarrollo radial. Los lóbulos de esta arquivolta arrancan de sencillas nacelas sobre las que apoya un motivo de doble voluta al que algunos autores dan el calificativo de serpentiforme, aunque puede apreciarse que las formas utilizadas son de carácter e inspiración vegetal. Un gran alfiz rectangular se inicia en las impostas y enmarca las albanegas totalmente rellenas de ataurique formado por hojas de palma que surgen de tallos que se enrollan en una fina y elegante composición, espléndido ejemplo decorativo del arte almohade. En el centro de cada albanega se dispone una gran venera. Por encima de las albanegas hay un friso formado por veneras envueltas con hojas de palma repetida 11 veces, más dos medias en los extremos. Todo este conjunto está bordeado por una amplia banda epigráfica formada por dos tramos verticales y uno horizontal en la que mediante una elegante caligrafía kúfica se reproducen versos coránicos con claras alusiones a los principios del movimiento almohade. Por encima de la banda epigráfica corre la cornisa en nacela ya mencionada como remate de los capiteles existentes sobre las pilastras extremas.

Por encima de esta cornisa y con similar altura que las ménsulas que rematan esas pilastras hay un friso decorativo formado por siete arcos de perfil mixtilíneo o de lambrequines en cuyo interior hay esculpidos caligramas que se prolongan formando sebkas. Las albanegas comunes de estos arcos contienen pequeñas veneras acompañadas por los típicos “pimientos” o brotes jóvenes de hojas de palma.

En el interior de la arquivolta hay un paramento liso constituido por las jambas y el arco de la puerta propiamente dicha. Este arco es ligeramente apuntado y prolongado con forma de herradura, formado por dovelas de juntas convergentes a la línea de impostas. El arco de la puerta tiene una luz de 5,02 m y una altura hasta la clave de 7.05 m, dimensiones realmente imponentes para este tipo de construcción. El arco arranca de dos impostas con forma de nacela con vuelo solo hacia el hueco y cuya zona cóncava está macizada con una pieza cúbica que las refuerza frente a posibles golpes accidentales.

El interior del edificio se puede considerar que está integrado por tres ámbitos de forma prácticamente cuadrada intercomunicados por arcos de distintas dimensiones. Los dos primeros conforman el itinerario que permite el acceso desde la medina al interior de la qasba, mientras que el tercero constituía el local para el cuerpo de guardia encargado del control y defensa de la puerta. De este local parte la escalera que asciende a un piso superior y a la terraza del bastión.

De este modo, el acceso a través de los dos primeros espacios se hace realizando un giro hacia la derecha. El primero de los ámbitos que hace de primer vestíbulo es una sala de planta casi cuadrada de 6,51 m de ancho por 7,02 de fondo, con arcos ciegos en ambos lados y de comunicación en los otros dos. A este espacio se accede desde el exterior del bastión por un doble arco que deja un espacio intermedio cubierto por bóveda de cañón y dentro del cual giraban las hojas de madera que permitían cerrar el primero de los arcos. Las hojas, cuando la puerta estaba abierta quedaban enrasadas entre las jambas de ambos arcos en la disposición típica de estos elementos en la arquitectura islámica occidental. El primer vestíbulo se cubre con una bóveda hemisférica que se apoya en un perímetro seudooctogonal que se logra con cuatro raras trompas formadas por unos triángulos planos horizontales y unos arcos perpendiculares a la bisectriz de los rincones, en los que se apoya propiamente la bóveda. Las roscas de los arcos, de cantería, quedan vistas mientras el resto de la fábrica está recubierto por un enlucido blanco. 

En el frente del primer vestíbulo, un gran arco con una arquivolta lobulada da paso a otro ámbito de similar forma y dimensión: 7,20 m de ancho por 7, 13 de fondo. Cintas en relieve bordean los lóbulos de la arquivolta y forman nudos con la que marca la línea del extradós. El arranque del arco lobulado se hace sobre impostas en nacela y motivos de doble voluta. Una arquivolta semejante bordea el arco que forma parte de la puerta exterior. En la siguiente sala, cuya cubrición se hace con una bóveda vaída, hay arquivoltas semejantes en los cuatro lados acompañando a arcos lisos todos ligeramente apuntados. El de la izquierda según se entra es ciego. El del muro del fondo es de menor tamaño que el resto y hace de puerta de entrada al cuerpo de guardia. Este, y el de la derecha que forma parte de la puerta de salida hacia el interior de la qasba, son de herradura. El de comunicación entre ambos vestíbulos, lo mismo que todos los arcos ciegos, carece de impostas voladas ni prolongación de herradura. En el lado derecho del segundo vestíbulo se abre la puerta por la que se llegaba al interior de la qasba que prácticamente repite forma y dimensiones de la exterior: 4,97 m de ancho y 6,78 de altura. Dispone de doble arco con los espacios a cada lado entre sus jambas para alojar enrasadas las hojas de cierre de la puerta cuando esta está abierta. 

Actualmente existen diferentes peldaños que van salvando los desniveles entre las distintas salas. Hay cuatro en el exterior del bastión, tres en el arco entre los dos vestíbulos y cinco entre el segundo y el cuerpo de guardia. Lo más probable es que en origen hubiera una rampa continua que salvara el desnivel entre el exterior y el interior de la qasba, permitiendo el paso normal de caballerías.

La sala del cuerpo de guardia es rectangular, de 9,14 m de ancho por 7,31 de fondo. Se cubre con una bóveda de cañón dispuesta transversalmente para salvar la luz más corta. En su lado derecho, según se entra, hay una puerta con doble arco que da al interior de la qasba. La rosca, albanegas y alfiz de su arco exterior son de ladrillo, a diferencia de todo el resto de la obra del bastión. Ello, y la difícil justificación funcional de una segunda puerta hacia el interior del recinto, hacen pensar que se trate de una reforma tardía. En el ángulo izquierdo del muro de fondo hay una puerta que da paso a la escalera que sube por detrás y a todo lo largo de dicho muro. Se llega por ella a una planta alta compuesta casi exclusivamente por corredores abovedados dispuestos en paralelo a los muros que cumplen una doble función. Por un lado, dar servicio a una serie de saeteras dispuestas sobre todo en el frente largo del bastión que da al exterior del recinto; pero sin duda también cumplen otra función que es reducir y aligerar el relleno necesario entre las bóvedas y la terraza creando una red de alveolos.  La escalera hace un quiebro de 90º continuando su ascenso en paralelo a la cara interior del bastión hasta alcanzar la terraza a través de una garita.

La puerta del bastión que daba paso al interior de la qasba enfrenta la calle principal de esta que conduce hasta la mezquita al-Atiq y presenta un frente exterior decorado aún más rico, si cabe, que el de la primera puerta. El frente del bastión en la cara que da al interior de la qasba es prácticamente rectilíneo presentando sólo el saliente de las dos pilastras que enmarcan la portada y el retalle correspondiente a la arquivolta que enmarca el arco de la puerta. Casi en el extremo del lado derecho existe también una torrecilla saliente de 2,80 m de frente por 1,40 m de saliente que permitía vigilar el exterior de la puerta interna desde la terraza. Como en el frente principal, las dos pilastras que enmarcan la portada tienen en su parte superior dos columnas apoyadas en ménsulas con basas y capiteles similares a las de la puerta exterior, y con sus correspondientes ménsulas de remate ricamente decoradas.

El arco de la puerta tiene también en este lado su frente liso. En este caso resulta bastante más apuntado que el de la puerta exterior. Las juntas del dovelaje confluyen igualmente a puntos de la línea de impostas. También el arco queda enmarcado por una arquivolta formada por un arco lobulado bastante similar al exterior, salvo que en este caso las cintas que bordean los lóbulos no se prolongan en sebka sino en arcos lobulados entrecruzados en una composición que resulta bastante más extendida. El arranque de este arco se realiza igualmente sobre sencillas nacelas en las que apoyan las ya mencionadas dobles volutas tan características del arte almohade. La composición del arco y la arquivolta quedan enmarcados por una doble banda a modo de alfiz. La primera contiene una sebka de arcos mixtilíneos. La segunda es epigráfica con textos coránicos de especial significado para el movimiento almohade.  

Las albanegas que quedan entre el trasdós del arco de la arquivolta y el alfiz están rellenas de un bello ataurique de hojas de palma que se enrollan y entrelazan alrededor de dos grandes veneras que ocupan sus centros. Toda la decoración de esta portada queda rematada por una sencilla cornisa en forma de nacela. Sobre ella hay dispuesto un friso de arcos ciegos mixtilíneos y con ápices vegetales entrelazados y anudados con una banda superior dentro de los cuales se repiten distintos caligramas con remates vegetales en sus alifatos.

Esta gran puerta monumental, sin duda concebida como la gran antesala de los palacios y residencias que albergaba la qasba, constituye, junto con la Bab al-Ruwah del recinto urbano de Rabat y la Bab Aknaw de la qasba de Marrakech, una de las máximas expresiones del arte almohade. Esta es sin duda la que cuenta con una decoración más prolija y elegante. Sus amplios vestíbulos internos con sus bóvedas esféricas resultaban un verdadero espacio protocolario en el que poder desarrollar funciones de acogida y recepción de visitantes o incluso de administración de justicia, algo que solía practicarse frecuentemente en las puertas de ciudades y palacios.

 

Antonio Almagro

 

[1] Se prefiere evitar el nombre, hoy usual, de Qasba de los Udayas por ser un término moderno que solo se remonta al siglo XIX, cuando esa tribu se asentó en la alcazaba.


Bibliografía:
  • Jacques Caillé, La Ville de Rabat jusqu'au protectorat français : Histoire et Archéologie, Publications de l'Institut des Hautes-Études Marocaines 44 (Paris : Vanoest, 1949)
  • Patrice Cressier, : "Les portes monumentales urbaines almohades: symboles et fonctions". Los almohades: problemas y perspectivas, vol. 1. (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2006).
  • Georges Marçais, L’architecture musulmane d’occident: Tunisie, Algérie, Maroc, Espagne et Sicilie, (París : Arts et métiers graphiques, 1954).
  • Samuel Márquez Bueno, Pedro Gurriarán Daza y María Antonia Martínez Núñez, Las portadas monumentales de la arquitectura andalusí y mudéjar, t. 2. Las portadas de las dinastías africanas (ss. XII-XIII), (Madrid: La Ergástula, 2024).
  • Xavier Salmon, Maroc almoravide et almohade, architecture et décors au temps des conquérants 1055-1269, Paris: Liénart éditions, 2018.
  • Dolores Villalba Sola, La senda de los almohades: arquitectura y patrimonio (Granada: Universidad de Granada, 2015).