Albercón de la Menara

Población: Marrakech
Provincia: Marrakech
País: Marruecos
Coordenadas geográficas: 31.613081 / -8.021750
Tipología: arquitectura civil
Nº inventario: 760


La Menara es la finca almohade más conocida de Marrakech y se sitúa 2 km al oeste de la medina. En la actualidad se presenta con una extensión aproximada de 91,5 ha que en su mayoría están explotadas como olivar, aunque los elementos más significativos en su interior son la gran alberca y un pabellón que la corona en su frente meridional. Al igual que el Agdāl, su origen se remonta a la época almohade, si bien en comparación con este, la Menara ha sufrido alteraciones mucho más severas a causa de los periodos de crisis y abandono. Por ejemplo, su extensión actual no obedece de ninguna forma a los límites que tenía la finca medieval, pues como se sabe una parte situada al este y dotada de su propia alberca (al-Ṣahrīŷ al-Barrānī) fue completamente desmembrada. Además, según su estudio más reciente, se estima que la finca ha podido perder la definición de un área palatina interior más distinguida que tuvo que extenderse en torno a la alberca principal y que fue reformada en época alauí con una versión más reducida.

En cuanto a las fuentes escritas, aunque muy sucintas, permiten conocer algunos datos relevantes como su funda­ción por parte de ʿAbd al-Muʾmin (1130-1163), su sistema de aprovisionamiento de agua, su dedicación a cultivos frutales y olivar, así como la presencia de edificios residenciales. En primer lugar, al-Bayḏaq, revela que la fundación de la buḥayra fue en el año 1157 y que el lugar en el que se plantó fue Šantalūlyā. Por su parte, el Kitāb al-Istibṣār nos indica que se plantó al oeste de la ciudad y contaba con dos albercas enormes, una dentro y otra fuera. Este último detalle difiere con respecto al Agdāl, pero queda corroborado para la época almohade por medio de otra fuente (al-ḥulal al-mawšiyya) que informa sobre el uso de esta alberca complementaria para diversas actividades lúdicas. Además, la identificación material de esta otra balsa ha sido posible y corresponde con unos restos muy próximos a la Menara y conocidos como al-Ṣahrīŷ al-Barrānī. Asimismo, esta misma fuente (al-ḥulal al-mawšiy­ya) proporciona una descripción de la finca en la que reconoce que ʿAbd al-Muʾmin creó una huerta cuadrangular y que para su abastecimiento se empleaban de forma simultánea un canal proveniente desde Agmāt y varias jaṭṭāra/s. El mencionado canal se puede identificar con la famosa acequia Tassoultant que aun hoy abastece al Agdāl, aunque en el caso de la Menara actualmente cuenta con un suministro distinto fruto de la alteración que supuso el abandono de la finca y su restauración.

Para el periodo saʿdí, se sabe que la Menara fue recuperada y, probablemente, fue entonces cuando pasó a ser conocida con su nombre actual, si bien las fuentes men­cionan exclusivamente la presencia de una sola alberca y obvian al-Ṣahrīŷ al-Barrānī; por lo que se puede considerar que por entonces el perímetro de la finca ya había experimentado una reducción considerable y solamente contaba con el recinto prin­cipal. Además, se sabe que una residencia saʿdi existió en su interior, aunque se desconocen sus restos. Posteriormente, tras un largo intervalo de dejadez y ruina, la Menara fue de nuevo recuperada en el siglo XIX por parte del sultán alauí Muḥammad IV (1859-1873), quien restituyó la jaṭṭāra de la Menāra, reformó su inmensa alberca y replantó el entorno. A esta intervención se debe atribuir igualmente el pabellón (manzah) que domina la alberca en la actuali­dad, aunque algunos autores lo consideran una obra de ʿAbd al-Raḥmān (1822-59).

En cuanto a la alberca de la Menāra, es una gran balsa cuyo vaso tiene unas dimensiones interiores de 195 x 158 m y una profundidad media de 2 m aproximadamente. Sus muros perimetrales tienen 4,20 m de grosor, dimensión que permite utilizar su coronación como una plataforma de circulación. Ahora bien, el frente septentrional del vaso es el lado que su­fre una mayor presión del agua almacenada, debido a que se trata del punto más bajo del terreno, por lo que fue dotado de sie­te contrafuertes que se resuelven con tres formatos diferentes. Los dos situados en las esquinas son los más grandes, ya que consisten en torreones masivos de 13 m de lado; seguidos de otros dos cuyo ancho alcanza los 8 m; y, por último, están los tres menores, de 2,50 m de ancho. Asimismo, en el tramo central de este mismo frente se proyectan dos escaleras simétricas de 2,30 m de ancho que permiten conectar la plataforma superior con los cultivos circundantes, pero, además, acogen bajo ellas las compuertas que regulan la salida del agua. Conjuntamente, en este sector se halla una alberquilla exenta de 6,60 m que se en­cuentra aproximadamente en el eje de simetría. En lo que respecta a los lados este y oeste, fueron reforzados igualmente con contrafuertes, aunque se diferencian de los existentes en el frente septentrional por su menor número y su distribución irregular, aspecto que se puede deber a las sucesivas reformas y, por supuesto, a una menor necesidad. De hecho, se advierte una mayor concentración de contrafuertes en la mitad septentrional de ambos lados, coincidiendo con los desniveles más pronunciados.

Finalmente, esta alberca se completa con dos estructuras simétricas situadas en el centro de cada uno de los frentes este y oeste, si bien únicamente la del lado oriental se encuentra en buen estado de conservación. Esta consiste en una plataforma a la que se llega por una escalinata que desciende desde el andén superior de la alberca y en el centro alberga una alberquilla de planta octogonal dotada de surtidor central. Estas fuentes, además de su función ornamental, integraban una salida de agua que permitía regar las áreas situadas a ambos lados de la alberca, que debido a la topografía descendente hacia el norte resultaban imposibles de regar por medio de las salidas de desagüe situadas en el frente septentrional.

Por lo que corresponde a la otra gran alberca que formaba parte de la finca, al-Ṣahrīŷ al-Barrānī, se en­contraba 700 m al noreste de la alberca principal, pero sus restos son actualmente irreconocibles, bien por haber sido destruidos o por haber quedado cubiertos de escombros y tierra. Desafortunadamente, esta balsa no gozó del mismo interés que su compañera y parece que no fue recuperada en la época alauí, lo que supuso su ruina definitiva, condición en la que aparece retratada tanto en las fotografías aéreas como la cartografía antigua. No obstante, gracias a un estudio realizado en 2014 sabemos que tenía unas medidas exteriores de 89,70 x 73,50 m y una profundidad de 2,80 m. Sus muros eran de tapia y contaban con un espesor de 3 m en los frentes oriental y occidental, mientras que el septentrional alcanza los 3,50 m, de nuevo debido a la pendiente del terreno y la necesidad de contrarrestar en este lado la presión que ejerce el agua. De igual modo que en la alberca principal de la Menara, la anchura otorgada a estos muros posibilitaba su uso como andenes superiores que estaban, además, protegidos por un pretil perimetral.

 

Iñigo Almela


Bibliografía:
  • Gaston Deverdun, Marrakech des origines à 1912 (Rabat: Éditions techniques nord-africaines, 1959).
  • Al-Ḥulal al-mawšiyya fī ḏikr al-ajbār al-marrākušiyya, ed. Suhayl Zakkār y ʿAbd al-Qādir Zamāma (Casablanca, Dār al-Rašād al-Ḥadīṯa, 1979): 145-146 y 150.
  • Kitāb al-Istibṣār, ed. ʿAbd al-Ḥamīd Saʿd Zaglūl (Casablanca, 1985): 209-210.
  • Évariste Lévi-Provençal, Documents inédits d’histoire almohade (Paris, 1928): 125.
  • Julio Navarro Palazón y Fidel Garrido Carretero, “El paisaje periurbano de Marrakech: la Menara y otras fincas de recreo (siglos XII-XX)”, Almunias. Las fincas de las élites en el Occidente islámico: poder, solaz y producción, Navarro Palazón, J. y Trillo San José, C. (eds.), (Granada: Universidad de Granada, 2018): 195-284.
  • Julio Navarro, José Miguel Puerta, “Las huertas de Marrakech en las fuentes escritas: bustān, buḥayra, ŷanna, rawḍ y agdāl (siglos XII-XX)”, Almunias. Las fincas de las élites en el Occidente islámico: poder, solaz y producción, Navarro Palazón, J. y Trillo San José, C. (eds.), (Granada: Universidad de Granada, 2018): 285-306.
  • Mohamed El Faïz, Les jardins historiques de Marrakech. Mémoire écologique d’une ville impériale (Florencia: EDIFIR, 1996).